(excelente mensaje pero sin actualizar, no tiene los nombres kodesh)
Desde el día del nacimiento de Yahwshua hasta el día de hoy, el calendario romano por el cual nos regimos ha atravesado una serie de cambios.
A pesar de todos estos cambios, ¿se ha perdido realmente el cómputo del tiempo?
¿Es posible saberlo?
¡Si — usted puede estar seguro --
puede comprobar cuál día de la semana es ahora el mismo séptimo día en que Dios descansó
el día que El bendijo y apartó al efectuar la creación. ¡He aquí la verdad evidente --
siete particulares pruebas — cada una conclusiva e irrefutable!
¡Si, ahora podemos estar seguros!
ADMITIMOS que la Biblia dice que el séptimo día es el Sábado del Señor nuestro Dios.
Admitimos también que al efectuar la creación Dios santificó el período de tiempo
que abarca el séptimo día y que nos manda observarlo; santificándolo.
Las interrogantes
¿Pero cómo podemos saber cuál es ahora el verdadero séptimo día que Dios bendijo y
santificó en la creación?
¿Se haperdido el cómputo del tiempo?
¿Ha sufrido cambios el calendario?
¿Es verdad que en una ocasión se le suprimieron diez días?
¿Y afecta el cálculo del tiempo el hecho de ser redonda la tierra en que vivimos?
¿Se “gana o pierde un día” cuando se viaja alrededor del mundo?
¿Y qué hay acerca del día largo de Josué? ¿No alteró éste el ciclo semanal?
¿Cómo podemos saber si el séptimo día de la semana fue designado propiamente de acuerdo con el calendario hebreo?
Para todas estas preguntas tenemos contestaciones definidas y muchas maneras de
probarlas positivamente.
La Palabra de Dios dice: "Examinadlo todo, retened lo bueno". Desterremos pues todo
prejuicio.
Despojémonos de ideas preconcebidas o añejas opiniones. Investiguemos hasta encontrar la verdad.
Alteraciones en el calendario
El calendario que está ahora en uso, el romano, sufrió cierto cambio en el pasado pero ese
cambio no interrumpió el ciclo semanal.
Antes de ser modificado, se le llamaba calendario juliano, por haberse originado en los días
de Julio César, en el año 45 a. de J.C. Y en vista de que la variación a que nos referimos
fue ordenada por el Papa Gregorio, desde entonces se le conoce con el nombre de
calendario gregoriano.
El calendario juliano era imperfecto — insertaba años bisiestos con demasiada frecuencia.
Allá por el año 45 a. de J.C., se suponía que el año constaba exactamente de 365 y ¼ días, y para tomar en cuenta el cuarto de día extra cada año, aumentaban un día al mes de febrero cada cuatro años.
Pero más tarde se dieron cuenta de que el año era 12 minutos y 14 segundos más corto que los
cálculos que tenían.
Consecuentemente, ya para el tiempo del Papa Gregorio, el calendario se había alejado diez días de las estaciones, y como resultado de ello, el equinoccio de la primavera caía el 11 de marzo, en lugar del 21 de dicho mes.
Para corregir esa irregularidad suprimieron diez días al calendario. Pero sólo se restaron al número de días del mes, no al número de días de la semana.
Cierto individuo llamado Lilio propuso, y fue aceptado, el método para hacer tal supresión.
En la Enciclopedia Católica Vol. 9, Pág. 251, bajo el artículo "Lilio", en la sección que explica este
cambio, leemos: "Y así, cada proposición imaginable fue presentada; sólo una idea no fue mencionada jamás, a saber, el abandono de la semana de siete días".
En dicha Enciclopedia, Vol. III, Pág. 740 bajo el artículo "Cronología", dice lo siguiente:
"Es notorio que en el período cristiano jamás ha sido interrumpido el orden de días de la semana. Por lo tanto, cuando Gregorio XIII reformó el calendario en 1582, el jueves 4 de octubre fue seguido por el viernes l5 de octubre.
De manera que en Inglaterra, en 1752, el miércoles 2 de septiembre, fue seguido por el jueves 14 de septiembre".
Puesto que los católicos cambiaron el calendario, la Enciclopedia Católica es la mejor autoridad histórica que hay sobre esta cuestión y es prueba positiva.
Para que el lector pueda entenderlo claramente y ver cómo se hizo dicha modificación, en seguida
reproducimos el calendario efectivo.
El cambio se llevó a cabo en España, Portugal e Italia, en el año 1582.
He aquí pues el calendario correspondiente al mes de octubre de 1582:
Notará usted que fueron quitados diez días. Un día fue el 4, y el siguiente fue el 15 de octubre.
Sin embargo, el 4 fue jueves, y el día siguiente viernes.
Para hacerlo aun más claro, explicaremos que el 29 de septiembre en ese año, fue un Sábado.
El 30 fue domingo. El 10 de octubre fue lunes, el 2 martes, el 3 miércoles, el 4 jueves y el siguiente día fue viernes, pero no 5, sino el 15, seguido del Sábado 16.
Realmente el Sábado 16 cayó sólo una semana (siete días) después del Sábado anterior, o
sea el 29 de septiembre.
Transcurrieron exactamente siete días, siete ocasos desde un Sábado hasta el siguiente.
La modificación en el calendario de ninguna manera cambió el Sábado, o la sucesión de los
días de la semana.
Las naciones británicas rehusaron cambiar el calendario cuando el Papa lo ordenó.
Siguieron con el antiguo calendario juliano hasta 1752. Y aunque el número de sus días en el mes era diferente, sus días de la semana eran los mismos que en Roma.
Los que guardaban el Sábado en Inglaterra, guardaban el mismo día Sábado que era así
llamado en Roma.
Los que observaban domingo, observaban el mismo día, tanto en Roma donde el calendario
había sido alterado, como en Londres donde no había sido cambiado.
Los países británicos modificaron el calendario en 1752. Ya para ese entonces era necesario quitarle 11 días.
El cambio se hizo en septiembre de la siguiente manera:
SEPTIEMBRE 1752
Pero en Rusia no fue cambiado el calendario hasta hace muy poco.
Consecuentemente, en el año 1907, al día que nosotros llamamos 14 de agosto, los rusos
le llamaron 1 de agosto.
Aunque nuestros calendarios tenían una diferencia de 13 días, en ambos países llamamos a ese mismo día, Sábado.
En ambos países el Sábado cayó en el mismo día de la semana. El calendario fue cambiado en Rusia a partir de entonces, pero todavía su domingo es nuestro domingo — y su Sábado nuestro Sábado.
Para referencia, vea el artículo "Cronología" antes citado, en la Enciclopedia Católica.
Y así, vemos que el calendario que ha estado en vigor desde el año 45 a. de J.C., mucho antes
de que Cristo naciera, prueba que nunca ha habido ningún cambio en el siclo semanal desde el tiempo de Cristo hasta ahora. El Sábado de hoy, es el mismo séptimo día de la semana que era Sábado en el tiempo de Cristo. Por lo tanto, podemos estar seguros de que
guardamos el mismo día santo que Cristo guardó, dándonos ejemplo — el mismo día del
cual dijo ser Señor (Marcos 2:28).
Ganando o perdiendo un día al dar la vuelta al mundo
Consideremos ahora el argumento de "ganar o perder un día", según la dirección en
que viajemos al darle la vuelta al mundo.
¿Se ha detenido usted a pensar alguna vez cómo pudo Jonás hallarse en un mar tempestuoso y ser tragado por el gran pez?
Dios ordenó a Jonás que llevará a cabo cierta misión. Pero Jonás no quiso obedecer, y hallando una nave que partía para Tarsis se embarcó en ella con la intención de escapar "de la presencia del Eterno". Lea Jonás 1:1-3.
¿No era insensato Jonás al pensar que huyendo de su casa en un barco, podía evadir el mandato de Dios?
Hay muchos modernos Jonases en la actualidad. Ellos tratan de convencernos que cierto mandamiento, proclamado por la propia voz del ETERNO a toda su congregación, en realidad no puede ser obedecido, si nos embarcamos y nos alejamos de nuestros hogares, ya sea rumbo al este o al oeste.
Se trata del mandamiento que dice: "Acuérdate del día de reposo para santificarlo... Mas
el séptimo día es reposo para el Eterno tu Dios".
¿Complicó Dios este mandamiento de tal manera que para obedecerlo se necesita la ayuda de un astrónomo?
Tal vez a algunos que no se detienen a pensar muy profundamente les parece que uno pierde un día si viaja hacia el oeste alrededor del mundo — o que gana un día si viaja rumbo al oriente. Pero esa pérdida o ganancia es aparente, no real.
Calcule lo que sucedería si eso fuera verdad. Imagine que dos hermanos gemelos le dan la
vuelta al mundo y que uno toma el rumbo oeste, mientras que el otro se va en dirección al este.
Si uno pierde realmente un día, cuando el otro lo gana, entonces después de un viaje así, uno de ellos es dos días mayor que su hermano gemelo.
¡Si continuaran viajando con demasiada frecuencia, con el tiempo, uno llegaría a tener suficientes años como para ser el padre de su propio hermano gemelo! Eso es ridículo, pero ilustra muy bien el asunto que nos ocupa.
Cuando una persona viaja, sus días no son de igual duración.
El individuo que viaja en avión de San Francisco a Nueva York, encuentra que ese particular día es para él de 21 horas solamente; porque el Sol se pone en Nueva York tres horas más temprano que en San Francisco, y por lo tanto hay tres horas de diferencia en tiempo entre estas dos ciudades.
Si dicho individuo regresa también por avión, encuentra que su día en el viaje de regreso es calculado como de 27 horas.
Si él sale de San Francisco a las 5 de la mañana, llega a Nueva York exactamente doce horas más tarde, su reloj marcará las 5 de la tarde, pero todos los relojes en Nueva York registrarán las 8 de la noche.
Para ajustar su tiempo con el de los neoyorquinos, él tendrá que adelantar su reloj tres horas.
Si continuara viajando alrededor de la tierra, tendría que seguir cambiando su reloj, y a su regreso a San Francisco, encontraría que le había aumentado 24 horas, por supuesto al reloj únicamente.
¿Pero aumentó realmente un día a su vida? ¡Claro está que No!
El único cambio que se efectúa es en la manera de contar el tiempo, según el hombre. Este es sólo un argumento engañoso, usado por algunos para confundir a las mesas y para auto justificarse por su desobediencia a los mandamientos de Dios.
¡PECADO es la trasgresión de la ley (1 Juan 3:4) y la paga del pecado es la MUERTE! (Ro. 6:23).
¿Qué es un día?
La correcta definición bíblica de un "día" no es el período de 24 horas que marcan los relojes de
hechura humana, sino ese período de tiempo que hay entre un ocaso y otro.
Un día no se mide por la rotación de la tierra más nuestro andar sobre ella.
El Sábado debe ser observado "de tarde a tarde" (Lv. 23;32).
Un día termina, y otro comienza, cuando el Sol se pone (vea Marcos 1:32; Lucas 4:40, etc).
Consulte también cualquier Enciclopedia.
La historia demuestra que hasta unos cuantos siglos después de Cristo, siempre existió la
costumbre de empezar y terminar los días a la puesta del Sol.
Vivimos en una tierra redonda.
Los días se miden por la rotación de la Tierra sobre su eje, en relación con el Sol.
Puesto que el día Sábado empieza y termina a la puesta del Sol, nosotros empezamos la
observancia del Sábado a la hora en que el Sol se pone en el lugar en que nos hallamos.
Por ejemplo, el Sol declina 3 horas más temprano en Nueva York que en California, EE.UU.,
y en consecuencia, los neoyorquinos observantes del Sábado, principian a santificarlo 3 horas antes que los californianos.
En Londres el Sábado empieza ocho horas más temprano que en la costa del Océano Pacífico de los Estados Unidos, y quienes lo observan, lo hacen según las instrucciones de Dios.
La contestación a todo esto es:
Guardamos el día cuando el día llega a nosotros.
Jerusalén es el centro principal de operaciones de Dios en la tierra. Allí fue donde Jesús guardó el Sábado ¡y sabemos que El guardó el día correcto!
Algunas autoridades creen que Dios guió a los hombres cuando establecieron la "línea
internacional de demarcación" (donde en virtud de que la tierra es redonda y gira sobre su eje,
un día debe ser sustraído o agregado en la computación) en medio del Océano Pacífico, donde no afecta virtualmente a nadie, y casi exactamente OPUESTA a Jerusalén.
De la manera que se calcula ahora el tiempo, los observantes del Sábado, guardan el mismo día en todo el mundo, cuando éste llega a ellos, el cual es y siempre ha sido el séptimo día de la semana en Jerusalén.
Pero por la simple razón de que la Biblia nos manda comenzar nuestro Sábado a la puesta del Sol, y el Sol no se pone a la misma hora en todas partes, las horas santas del Sábado empiezan, en China, varias horas antes que en Jerusalén — y en Estados Unidos varias horas más tarde que en Jerusalén.
Pero, empezando en el centro del Pacífico, la mitad del trayecto alrededor del mundo desde
Jerusalén, todos en cada rincón de la tierra guardan el mismo día conforme éste llega a ellos,
que es observado en Jerusalén.
Los observantes del domingo no tienen ninguna dificultad en calcular cuándo llega el domingo a ellos, no importa la parte del mundo en que se encuentren. ¡No podemos huir de esta verdad embarcándonos en un navío!
El día largo de Josué
Hay todavía otro argumento. La narración sobre el día largo de Josué, cuando el Sol se detuvo
por "casi un día entero", es mal interpretada por muchos en sus esfuerzos por demostrar que el
domingo es el séptimo día de la semana.
El relato bíblico acerca de ese singular día se encuentra en Josué 10:12-14. "Entonces Josué habló al Eterno... y dijo en presencia de los Israelitas: Sol, detente en Gabaón; y tú luna, en el Valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró... y no se apresuró a ponerse casi un día entero".
Basado en el pasaje anterior alguien formuló un argumento un tanto ingenioso ilustrándolo
con su respectivo diagrama intentando así demostrar que el domingo de hoy es realmente la
continuación del séptimo día de la creación. La esencia del argumento es como sigue:
"Josué indicó que la posición en que él colocó al Sol y la Luna cuando expidió su orden,
fue a sólo unos minutos de entrar éstos en conjunción. Por lo tanto, esa semana tuvo un
período de 24 horas sin las correspondientes salidas y puestas de Sol... El Profesor Totten ha demostrado claramente que la conjunción debió haber ocurrido el martes a las 11 y 13 minutos de la
mañana... De acuerdo con el diagrama adjunto, aparentemente esa particular semana, de un Sábado al otro, vio sólo seis amaneceres y seis ocasos, aunque sí contuvo los siete períodos nominales de
veinticuatro horas... contando de acuerdo con los períodos de veinticuatro horas, se ve que el
Sábado es el séptimo día.
Sin embargo, si numeramos los días conforme a las puestas de Sol, entonces está claro que el
domingo se convierte en el día séptimo de la creación".
Vea en la página 7 el diagrama "A" que se emplea para presentar este argumento:
Con seguridad el lector puede darse cuenta en qué consiste el error de este argumento y su
diagrama. En primer lugar, se afirma que: "de acuerdo con el diagrama adjunto, aparentemente esta particular semana vio sólo seis amaneceres y seis ocasos".
Eso es cierto, de acuerdo con este diagrama, ¡pero no de acuerdo con la Palabra de Dios!
¿Dónde está el error?
Simplemente en que pasan por alto que Dios dice: "De tarde a tarde guardaréis vuestro reposo". Los días de la semana se cuentan de ocaso a ocaso, según la medición de tiempo descrita en el primer capítulo de Génesis. Para indicar lo que es cada día, se declara: “y fue la tarde y la mañana un día" — "y fue la tarde y la mañana el día segundo", etc., etc. En ninguna parte dice la Palabra de Dios que las primeras 24 horas fueron el primer día, y que las siguientes 24 horas el segundo
día, etc. ¡Dios no cuenta el tiempo con relojes de hechura humana! El cuenta los días de
acuerdo con la puesta del Sol.
Ahora bien, en el diagrama anterior, producto de la imaginación humana, encontramos que el hombre que lo diseñó llamó al día largo de Josué "dos días" — martes y miércoles.
¿Está en armonía con la Biblia dicha aseveración?
¿Llama la Biblia a ese día largo dos días?
Note que en Josué 10:14 al referirse a ese particular día, dice claramente: "ni antes ni después de él". La Biblia lo llama un día. Pero para tergiversarlo y conformarlo a la vasta y popular senda que
siguen los observantes del domingo pagano, tienen que contarlo como dos días. Pero eso es contrario a las Escrituras.
Por otra parte, este sutil argumento confunde al lector si numera los días de acuerdo con períodos de 24 horas y luego de acuerdo con las puestas de Sol.
El autor del argumento usa períodos de 24 horas para hacer aparecer el
viernes como Sábado.
El verdadero sexto día de la semana aparece como el séptimo, o sea el Sábado.
Luego vuelve a numerar esos mismos días de acuerdo con las puestas de Sol, para hacer
que el domingo figure como el séptimo día.
Es muy ingenioso, ¡pero es una falacia! No podemos calcular el período de tiempo que
contienen los días con términos de 24 horas.
Dios cuenta los días desde cada puesta de Sol.
El día largo de Josué contuvo aproximadamente 48 horas de un reloj de manufactura
humana, pero fue sólo un día; la Biblia lo llama un día, y específicamente dice que fue
diferente a otros días — "y no hubo día como aquel". No dice "días", sino "día". El pronombre
"el" es singular, ¡sólo un día! ¡Así lo dice Dios! La semana de Dios no está compuesta de
siete períodos de 24 horas, sino de siete días, contando desde cada atardecer o puesta de Sol.
El diagrama "B" también en la página 7, demuestra esta verdad de acuerdo con la Biblia y de acuerdo con el cómputo que Dios hace del tiempo.
Un ardid para engañar
¿Notó usted el estratagema que se empleó en el primer diagrama para engañar al lector?
El "día largo de Josué", como claramente se le califica en el diagrama — un día — está marcado "martes y miércoles", como si éste fuera dos días. En la parte inferior del diagrama se le nombra el
tercero y el cuarto día de la semana — dos días.
Luego en la parte superior, está renumerado de diferente manera — como un día, el "3" de la semana. Y llegamos al día nombrado "Sábado" si contamos el día largo de Josué como dos días. Calculando de esa manera, tal día aparece en la línea inferior como el séptimo de la semana.
Luego en la línea superior al renumerar dicho día como uno — el tercero de la semana — el que el autor del diagrama llamó jueves, viene a ser el cuarto día, el viernes el quinto, y el Sábado el sexto.
Esto, naturalmente hace que el domingo aparezca como el séptimo día de la semana.
Ahora bien, este "día largo de Josué" no puede ser dos días — el tercero y el cuarto día de la semana — como está numerado abajo, y también almismo tiempo, ser sólo un día, el tercero, como se indica en la columna superior.
¿Cuál es, el tercer día de la semana — martes, o el tercero y cuarto, martes y miércoles?
Puesto que la Biblia lo llama "un día" y no dos días, es sólo un día, martes, el tercero de la
semana, como lo indica el diagrama correcto.
El error del primer diagrama consiste en que a este particular día en un lugar se le considera como uno solo y en a otra sección como dos días.
En realidad fue sólo un día, martes, el tercero de la semana.
En consecuencia, al día señalado como Sábado en dicho diagrama, no es Sábado, sino realmente viernes, el sexto de la semana. Y el séptimo día no debe ser llamado domingo, sino Sábado como en el segundo diagrama. ¡Y así exactamente fue contado en la historia!
Es evidente que este primer diagrama es un fraude.
Pero ahora, para comprobar todo el asunto, recordemos esto: Para establecer cuál día es el verdadero Sábado — el verdadero séptimo día de la creación, que Dios apartó como tiempo santo, basta con regresar al tiempo de Cristo.
Porque si este argumento del día largo de Josué es cierto, entonces Jesús profanó el Sábado, cuyo período de tiempo Dios santificó, y observó el sexto, no el verdadero séptimo día. Y si nosotros
acusamos a Jesús de tal profanación, le acusamos de haber cometido pecado, porque el pecado es la trasgresión de la ley ¡y nadie discutiría que el punto de la ley correspondiente al Sábado estaba abolido durante la vida de Jesús!
¡Si Elpecó, no tenemos esperanza!
Pero sabemos que Jesús conocía cuál era el día correcto.
El fue el Creador y Señor de ese día (Marcos 2:27-28).
El guardó el verdadero Sábado, y el registro del calendario comprueba que el Sábado de
hoy es exactamente el mismo séptimo día que Jesús observó.
¡Y si nos llamamos cristianos, ciertamente debemos desear observar el mismo día que
Cristo observó!
¿Se perdió el cómputo deltiempo entre Adán y Moisés?
Adán había sido creado y tenía vida cuando llegó la puesta del Sol del sexto día de la semana
de la creación — cuando descansó Dios de su obra.
Adán sabía cuál era el séptimo día. Jesús llamó a Abel "justo" (Mt. 23:35), de manera que
Abel guardaba el Sábado.
Enoc" caminó con Dios" — luego, Enoc guardaba el Sábado, — y
"desapareció" menos de cien años antes de Noé.
Durante toda esa época, estos hombres sabían cuál era el séptimo día.
Adán vivió 243 años con Matusalén, hasta que Lamec llegó a tener 56 años de edad.
Ellos sabían cuál era el séptimo día. Matusalén vivió 600 años con Noé, y Lamec vivió con
Noé 595 años.
Seguramente aprendió Noé de ellos — y de otros — cuál era el mismo día séptimo. Y Noé lo
guardaba, porque Noé era un "pregonero de justicia" (2 Pedro 2:5) y la Biblia dice: "todos tus
mandamientos son justicia" (Sal. 19:172).
Sem fue justo también, y vivió hasta que Abraham llegó a tener 150 años de edad.
Noé murió aproximadamente dos años antes del nacimiento de Abraham.
Abraham guardó el Sábado de Dios (Gn. 18:19; 26:5). Así también lo guardaron su hijo Isaac, su nieto Jacob y su bisnieto José — quienes todos fueron observadores justos de los mandamientos
(Sal. 119:172). No, no se perdió el cómputo del tiempo desde la creación hasta la época de
José.
Pero después de la muerte de José, los hijos de Israel (Jacob) vinieron a ser esclavos en Egipto. "Entonces", se escribe, "pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas... Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, y amargaron su vida con dura servidumbre..." (Ex. 1:11,13-14).
Los egipcios no observaban el Sábado. Ellos daban latigazos a los israelitas durante su
servidumbre como esclavos lo mismo en los Sábados que en los demás días. Así que a
aquellos israelitas, por unos 150 a 175 años — varias generaciones — no les fue
permitido guardar el Sábado.
No tenían un sacerdocio. No había servicios sabáticos o religiosos. Es probable que no
hubiera educación religiosa — al menos ninguna que se permitiera en forma organizada.
Y no existía la Biblia — no había ningún registro escrito de la instrucción de Dios o de la
Ley de Dios.
La Biblia dice, "La palabra del Señor permanece para siempre" (1 P. 1:25). Si se hubiera escrito cualquier palabra inspirada de Dios antes de Moisés, existiría hoy.
Las primeras Escrituras fueron consignadas por Moisés, después que los israelitas fueron rescatados de la esclavitud egipcia.
La generación de israelitas que Moisés guió en el éxodo de Egipto no tenía ninguna educación o instrucción religiosa. Es probable que supieran muy poco del Sábado.
Bien pudo haberse perdido el cómputo del tiempo — para ellos. Pero, aun si tal hubiese
sido el caso, Dios se lo reveló mediante milagros asombrosos.
Dios reveló el Sábado de la creación a Israel
En los días de Moisés, Dios reveló el verdadero Sábado de la creación a todos los hijos de
Israel, mediante la lluvia del maná del cielo. Los israelitas habían sido esclavos en Egipto
por espacio de cuatrocientos años. Durante todo ese tiempo no se les permitió celebrar ningún
servicio o culto religioso.
Tampoco tenían la Biblia, ni Escrituras, ni ningún otro registro escrito que les revelara los caminos o mandamientos de Dios. Posiblemente ya para ese entonces ellos habían perdido el cómputo del tiempo, y no sabían cuál día era el verdadero Sábado.
En el desierto de Sin, dos semanas antes de llegar a Sinaí, murmuraron y se quejaron por falta de alimentos.
El Señor les dijo: "He aquí yo os haré llover pan del cielo... para que yo lo pruebe si anda
en mi ley, o no".
Esto tiene relación con nuestra actitud de obediencia a la ley de Dios, o viceversa.
Desobediencia es pecado. Y Moisés y Aarón dijeron al pueblo: "En la tarde (a la
puesta del Sol) sabréis que el Eterno os ha sacado de la tierra de Egipto, y a la mañana veréis
la gloria del Eterno".
"Y dijo Moisés a Aarón: Dí a toda la congregación de los hijos de Israel: Acercaos a la
presencia del Eterno... Y hablando Aarón a toda la congregación de los hijos de Israel, miraron hacia el desierto, y he aquí la gloria del Eterno apareció en la nube... Y venida la tarde, subieron codornices que cubrieron el campamento; y por la mañana descendió rocío en derredor del campamento" (Éxodo 16:4-13).
Note que ese día hubo una asamblea religiosa, y la gloria del Señor apareció.
Las codornices no subieron sino hasta la puesta del Sol.
¿Por qué?
Porque ese había sido un día Sábado. Al ponerse el Sol, cuando el Sábado terminó, las codornices vinieron; y el pueblo tuvo el privilegio de trabajar al recogerlas para su sustento.
A la mañana siguiente, cayó el maná. Este era el primer día de la semana. Si guardaban maná
para el día siguiente, criaba gusanos y se corrompía (versículo 20). En el sexto día (versículo 22), recogieron doble porción de comida. Y ese mismo sexto día el Señor dijo: "Mañana es el santo día de reposo (Sábado), el reposo consagrado al Eterno" (versículo 23). "Y ellos lo guardaron hasta la mañana... y no se agusanó, ni hedió" (versículo 24).
No obstante, en el séptimo día algunas de ellos tal vez pensaron que la cuenta del tiempo se había perdido.
Eran como muchas personas de hoy en día, que no están seguras en lo que respecta cuál día es
el Sábado, y les da igual guardar otro día cualquiera, o no guardar ninguno. "Y aconteció que algunos del pueblo salieron en el séptimo día a recoger, y no hallaron" (versículo 27). ¡En ese día Dios no envió nada! Vemos pues que mediante tres milagros,
Dios les enseño cuál día era el verdadero Sábado de la creación.
La cuenta del tiempo no pudo haberse confundido o perdido bajo el estricto régimen mosaico que imperó entre ese entonces y el tiempo de Cristo.
Hemos demostrado que el día largo de Josué fue sólo un día, y no cambió la cuenta del tiempo en ninguna manera.
De haberla cambiado, como ya explicamos, Cristo no habría guardado el día correspondiente.
Y así llegamos al tiempo de Cristo, sabiendo que hasta ese entonces no se había perdido el
cómputo del tiempo.
La prueba de los judíos
Ahora bien, si estamos convencidos de que Jesús nos dio el verdadero ejemplo y que
El observó el auténtico día, no debemos tener más dificultades.
Note que el día que Jesús guardó conforme a su costumbre (Lucas 4:16), fue el mismo día que todos los judíos guardaban entonces, porque era cuando ellos celebraban sus servicios religiosos en la sinagoga (versículos 17 y 20).
Aproximadamente cuarenta y tres años después, los judíos fueron esparcidos por todas las
naciones de la tierra. Desde entonces hasta ahora, han estado separados, dispersospor todo el
mundo.
Durante la Edad Media los judíos de China no tenían ningún modo de comunicarse con los judíos de África; ni los judíos que se hallaban en Europa con los de otras partes del mundo. Sin embargo, hoy en día, con los medios de comunicación que hay hacia todos los ámbitos de la tierra, no encontramos que los judíos estén confundidos sobre este particular.
Si el cómputo del tiempo se hubiese perdido, los judíos de una parte del mundo observarían cierto día, mientras que los judíos de otros lugares guardarían diferente día. Pero en todas partes — en cualquier nación sobre la tierra — encontramos que los judíos han estado guardando el mismo
idéntico día — el que nosotros llamamos Sábado — el verdadero séptimo día.
El judío es el milagro de toda la historia — y el judío es otra prueba de que no hemos perdido el Sábado.
Pregunte a cualquier judío ortodoxo si ha perdido su Sábado. Tal idea le parecería absurda. ¡El no tiene dudas sobre este particular!
La prueba de la Iglesia
¡He aquí otra línea de prueba!
Tenemos la historia de la verdadera Iglesia de Dios siglo por siglo desde Cristo hasta la
hora presente. Esta ha sido siempre una Iglesia observante del SÁBADO.
Durante la Edad Media, tal como está profetizado en Apocalipsis 12:6, esta Iglesia tuvo que huir al desierto, fuera de la jurisdicción del Imperio Romano, dominado entonces por la Iglesia Católica Romana.
En el año 363 d. de J.C. la Iglesia Romana expidió el Decreto del Concilio de Laodicea, pronunciando la sentencia de muerte sobre cualquier persona que cumpliese con el mandato de
guardar el Sábado.
Muchos cristianos verdaderos fueron martirizados por guardar esedía. Si los hombres estaban
dispuestos hasta a dar sus vidas por santificar ese día y cumplir así con los mandamientos de Dios.
¿concibe usted que podían perder la cuenta del verdadero día santo?
Y continuando hasta los tiempos actuales, encontramos que esta Iglesia, la verdadera Iglesia cristiana, guarda el día que nosotros llamamos Sábado— el mismo día que los judíos han venido observando ininterrumpidamente a través de los años desde el tiempo de Cristo hasta ahora.
La prueba de la razón
He aquí otro argumento de prueba.
¿Por qué y cómo podría haberse perdido el cómputo del tiempo?
Deténgase a pensar.
Supongamos que una persona se despierta un Sábado por la mañana pensando que es viernes, y a causa de su equívoco espera hasta el domingo pare guardar su Sábado.
Tal vez eso pueda suceder, pero para que la cuenta del tiempo se perdiera, no solamente un hombre, sino que todas las demás personas en su ciudad o pueblo — toda persona en cada provincia, estado o país del mundo entero— toda persona en cada nación sobre la tierra tendría que
despertarse en la misma mañana con la idéntica alucinación,
¿Cree usted que eso es posible?
¡Pues usted tiene que admitir que cree semejante absurdo si piensa que el cómputo del tiempo se
ha perdido!
La astronomía lo prueba Finalmente tenemos la prueba científica de la astronomía.
A continuación transcribimos las declaraciones gubernamentales que oficialmente se hicieron
ante la Liga de las Naciones, conforme aparecieron publicadas el 17 de agosto de 1926, en un documento oficial de la Liga.
El gobierno de Finlandia presentó la siguiente observación de uno de sus astrónomos:
"La reforma (una reforma al calendario propuesta ante la Liga para su consideración) interrumpiría la división de la semana que se ha seguido durante miles de años, y que por lo tanto es ya
sagrada costumbre inmemorial".
El gobierno de Francia presentó las siguientes declaraciones de dos de sus más prominentes
astrónomos: "Un punto esencial es el de la continuidad de la semana... una continuidad que
ha pervivido a través de tantas centurias". "La continuidad de la semana... es sin duda la
institución científica mas remota que nos ha legado la antigüedad".
El profesor D. Eginitis, director del Observatorio de Atenas, y miembro del Comité de la Liga
de las Naciones, expuso: "La continuidad de la semana... ha traspasado las centurias así como todos los calendarios conocidos y aún permanece intacta".
Y así podríamos proseguir, pero basta con las pruebas ya expuestas. Hemos presentado
la prueba de la historia, la prueba del calendario, la prueba de los judíos, la prueba de los mártires de la verdadera Iglesia, la prueba de la razón y la prueba de la ciencia y la astronomía.
Además podríamos agregar como prueba positiva la de la Iglesia Católica Romana que por siglos ha preservado intacto su domingo como el día que antecede al Sábado al séptimo día que guardó Jesús y que observaron los primeros apóstoles.
El sacerdote católico de la actualidad está tan seguro de que su domingo es el primer
día de la semana, como lo está el judío respecto del Sábado de Dios.
¿Apartaría Dios cierto día, poniendo su bendición en él (Génesis 2:1-3), santificándolo
y ordenando que fuese guardado y santificado eternamente, para luego permitir que la cuenta de ese tiempo santo se perdiera de tal modo que no pudiéramos saber cuándo observarlo?
¿Se ha perdido el cómputo del tiempo? ¡Si se ha perdido, usted y yo somos almas perdidas también, porque es pecado profanar el Sábado de Dios! Ese es el cuarto punto de
la ley.
"El pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3:4), y si infringimos uno de sus puntos — cualquiera — somos pecadores culpables (Santiago 2:8-11). Las últimas palabras
de Jesús que registra la Escritura dicen: "Bienaventurados los que guardan sus (los
del Padre) mandamientos {vea la Versión Moderna}, para que tengan derecho de llegar al