YOM KIPPUR--DIA DE LA EXPIACION CELEBRACION DE LA CONDENA Y EL PERDON
Parte #2 Algunos Ayunos en la Torah
"Cuando ustedes ayunen no pongan cara triste, como los hipócritas, que aparentan tristeza para que la gente vea que están ayunando. Les aseguro que con eso ya tienen su premio. Tú, cuando ayunes, lávate la cara y arréglate bien, para que la gente no note que estás ayunando. Solamente lo notará tu Padre, que está en lo oculto, y tu Padre que ve en lo oculto te dará tu recompensa."Mateo 6:16-18
1. Debemos ayunar en tiempos de angustia y crisis
La Reina Ester sufría al saber que Amán, el gobernante de la región tenía como objetivo la destrucción de los judíos en Babilonia. Había planeado matar al tío de Ester, Mardoqueo (judío), colgándolo públicamente. Estér fue a su tío Mardoqueo y le dijo: "Ve y reúne a todos los judíos que se hallen en Susa, y ayunen por mí, y no coman ni beban en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente… y si perezco, que perezca". (Ester 4.16). Como resultado del ayuno de tres días, la vida de Mardoqueo fue salvada (Ester 7.10).
Ya sea que necesitemos un empleo, atrevesemos la enfermedad de un familiar, etc. debemos más que nunca ayunar. Así le mostramos a Yahweh la necesidad que tenemos de su ayuda.
2. Debemos ayunar para conocer la voluntad de Elojim acerca del futuro
El segundo ayuno que encontramos en laTorah es el ayuno parcial de 21 días para que Yahweh nos revele su voluntad hacia el futuro. El profeta Daniel escribe: "En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas. No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas" (Daniel 10.2-3).
El propósito era muy claro al aparecerse Gabriel a Daniel diciéndole: "He venido para hacerte saberlo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días" (Daniel 10.14). El ayuno de Daniel de 21 días fue parcial y fue específicamente para recibir mayor revelación de Yahweh acerca de un asunto específico que lo intrigaba acerca de los últimos tiempos. Nuestro Padre desea revelar a sus hijos el futuro como lo hizo con Daniel después ayunar (Daniel 10.2-14). El ayuno revela la visión de Yahweh (Daniel 9.3,23). Separa días específicos para ayunar a Yahweh buscando conocer su voluntad para tu vida, familia y ministerio. Después de ayunar y orar, Yahushua empieza su ministerio en la tierra (Lucas 4).
3. Debemos ayunar para examinar nuestra vida espiritual y acercarnos mas a Nuestro Padre Kodesh/Santo.
En el Antiguo Pacto, Yahweh pidió a su gente que apartaran un día al año conocido como el Día de Expiación (Yom Kippur), para examinar su vida espiritual. "A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendrán santa convocación y afligirán sus almas, y ofrecerán ofrenda encendida a Yahweh". (Levítico 23.27).
El rey David afligía su alama con ayuno. Él escribió: "Pero yo cuando ellos enferman, me vestí de silicio; afligí con ayuno mi alma. Y mi oración se volvía a mi seno" (Salmo 35.13). El ayuno trae humildad a nuestra vida para examinarnos y saber cómo estamos andando delante de Yahweh.
EL FALSO AYUNO Y COMO NO AYUNAR.
Aunque el ideal del ayuno fuera elevado, su práctica conllevaba ciertos peligros inevitables. El mayor peligro era que uno ayunara para hacer alarde de una piedad superior; que su ayuno fuera una demostración, no a Yahweh, sino a las gentes, de lo devoto y disciplinado que era. Eso era precisamente lo que Yahushua condenaba aquí. Condenaba el ayuno que se usaba para hacer ostentación de piedad. Los días del ayuno judío tradicional eran el lunes y el jueves---aunque esto es mandamiento de hombres que no está comandao en la Torah. Esos eran los días de mercado, y los pueblos y las aldeas, y especialmente Jerusalém, estaban abarrotados de gente del campo; el resultado era que los que ayunaban para presumir de piedad tenían esos días una audiencia más numerosa para ver y admirar su piedad.
Había algunos que tomaban ciertas medidas para asegurarse de que la gente no pudiera por menos de darse cuenta de que estaban ayunando: se paseaban por las calles despeinados y macilentos, cuidadosamente descuidados en cuanto a la ropa; hasta llegaban a pintarse la cara de blanco para exagerar su palidez. Esos no eran gestos de humildad, sino de orgullo y presunción espiritual.
Los supuestos más sabios de los rabinos no habrían regateado esfuerzos para condenar esa actitud lo mismo que Yahushua. Tenían muy claro que el ayunar por ayunar no tenía ningún valor. Decían que un voto de abstinencia era como el collar de hierro que les ponían a los presos; y que el que se lo imponía a sí mismo se parecía al que se encontraba un collar de esos por ahí, y metía la cabeza en él estúpidamente, sometiéndose a una esclavitud inútil. Una de las cosas mejores que dijeron los rabinos fue: «Uno tendrá que dar cuenta el Día del Juicio por todas las cosas buenas que habría podido disfrutar, y se pasó por alto.»
Toda persona está obligada a aceptar y disfrutar las maravillas del mundo. No tiene ningún mérito el ayunar por ayunar, y menos el ayunar para presumir de piadoso.
EL AYUNO GENUINO Y COMO AYUNAR
Aunque Yahushua condenó la clase errónea de ayuno, Sus palabras implican que hay una forma auténtica en la que Él esperaba que Sus seguidores tomaran parte. Esto es algo en lo que muchos de nosotros, especialmente en las iglesias protestantes, rara vez pensamos. Hay muy pocas personas normales y corrientes de cuya vida forma parte el ayuno. Y sin embargo hay muchas razones por las cuales el ayuno sabiamente practicado es una cosa excelente.
(i) El ayuno es bueno para la salud.
Muchos de nosotros llevamos una vida en la que es fácil volverse blando y flojo. A veces es posible llegar al punto en que se vive para comer en vez de comer para vivir. A muchas personas les haría mucho bien físico practicar el ayuno más de lo que lo hacen.
(ii) El ayuno es bueno para la disciplina personal.
Es fácil llegar a pasarse de autocomplacientes. Es fácil llegar a un estado en el que no nos privamos de nada que podamos tener o adquirir. A muchas personas les haría un montón de bien el dejar por algún tiempo todas las semanas que sus deseos y caprichos fueran sus únicos señores, y ejercitarse en una autodisciplina severa y antiséptica.
(iii) El ayuno nos libera de ser esclavos del hábito.
No hay pocos que se permiten ciertos hábitos sencillamente porque les resulta imposible dejarlos. Han llegado a sernos tan esenciales que no los podemos quebrantar; desarrollamos tal dependencia de ciertas cosas que, lo que debería ser un placer, se convierte en una necesidad; y el vernos privados de lo que nos hemos acostumbrado a desear puede convertirse en un purgatorio. Si practicáramos un ayuno prudente, ningún placer se convertiría en una cadena, ni ningún hábito en un tirano. Seríamos los dueños de nuestros placeres, y no viceversa.
(iv) El ayuno protege la habilidad de pasarnos sin algunas cosas.
Una de las características que definen la vida de una persona es el número de cosas que ha llegado a considerar esenciales. Está claro que, cuantas menos sean, más independientes seremos. Cuando todas las cosas llegan a sernos esenciales, estamos a merced de los lujos de la vida. Es un buen ejercicio pasearse por una calle comercial, y mirar todas las cosas que se exponen en los escaparates sin las que uno se puede pasar perfectamente. Alguna forma de ayuno nos conserva la habilidad de pasarnos sin las cosas que nunca debiéramos permitir que nos parecieran esenciales.
(v) El ayuno nos permite apreciar las cosas mucho más.
Puede que haya habido un tiempo en la vida cuando algún placer se nos presentaba tan de tarde en tarde que nos suponía un placer extraordinario cuando llegaba. Puede que tengamos romo el apetito, y el paladar insensible, que hayan perdido su agudeza. Lo que era a veces un placer agudo se ha convertido en una droga sin la que no nos podemos pasar. El ayuno mantiene la emoción del placer haciendo que sea siempre nuevo y vivo.
El ayuno ha quedado excluido casi completamente de la vida de muchas personas normales y corrientes. Yahushua ja Mashiaj condenó la clase equivocada de ayuno, pero nunca pretendió que el ayuno se eliminara totalmente de la vida y la práctica. Haremos bien en practicarlo cada uno a nuestra propia manera y según nuestra necesidad personal. Y la razón para hacerlo así es que «las bendiciones de la tierra sean nuestro guía, y no nuestra cadena,»