¿HASTA "DONDE" TENEMOS QUE ESTAR DISPUESTOS A SEGUIR A NUESTRO AMO YAHUSHUA?
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Juan 7.38
Estas palabras tienen doble aplicación. Por una parte enseñan que los que, por medio de la fe, se acercaren á Cristo, verán satisfechas abundantemente todas sus necesidades espirituales; y por otra, que los creyentes no solo gozarán ese bien, sino que vendrán á ser para sus semejantes fuentes de bendición. Del cumplimiento de lo primero podrían testificar millares de cristianos al día de hoy. Si pudieran ser examinados, ellos certificarían que cuando por la fe se acercaron á Cristo encontraron en él más bendiciones de las que esperaban. Desde la primera vez que creyeron experimentaron una paz, una esperanza, un sosiego, que, a pesar de todas sus dudas y temores no cambiarían por cosa alguna en el mundo. Gracia han encontrado de acuerdo con sus necesidades, y fuerzas de acuerdo con los días de su vida. En sí mismos y en su propio corazón no han encontrado las prendas que esperaban encontrar; mas Cristo jamás ha dejado burladas sus esperanzas. El cumplimiento de la otra parte de la promesa no será reconocido plenamente sino hasta el día del juicio. Solo en ese día se revelará la suma de bienes que se han hecho á la humanidad por medio de cada creyente, desde el momento mismo de su conversión. Algunos hacen bienes durante su vida por medio de la palabra, como los apóstoles y primeros nuncios del Evangelio. Otros hacen bienes cuando se hallan agonizantes, como Esteban, el ladrón penitente, y los mártires reformadores que perecieron en las llamas. Otros producen bienes largo tiempo después de muertos, por medio de sus escritos, como Baxter y Bunyan. Mas, ya de un modo, ya de otro, resultará que casi todos los creyentes han sido fuentes abundantes de bendiciones. De palabra ó por medio del ejemplo, directa ó indirectamente, siempre están ejerciendo influjo en el ánimo de los demás. Al terminar este pasaje debiéramos preguntarnos si sabemos por experiencia lo que es “venir á Cristo.” Aquella alma se encuentra en un estado más triste y peligroso, que no siente cuidado ó ansiedad acerca de la eternidad, ó en el lenguaje bíblico, que no tiene sed. Y el mayor de los errores es procurar obtener calma y sosiego de otra manera que no sea acudiendo al Salvador. Una cosa es concurrir á la iglesia de Cristo, acudir á sus ministros y cumplir con sus ritos, y otra es acudir al mismo Jesucristo. ¡Feliz el que no solo sabe estas cosas, sino que obra de acuerdo con ellas!